Si no hay trascendencia,
no hay nada que pensar sobre la realidad, porque no puede ser profunda.
Que Dios creó el mundo de
la nada es un milagro enorme. Que el mundo se haya creado a sí mismo de la nada
sería un milagro mucho mayor; pero imposible de creer.
Dios es sentido para la
inteligencia, horizonte para la vida y el principal destinatario del amor
personal. Cuando falta, todo queda en tierra.
Sin Dios, el espíritu
humano fácilmente se vuelve ácido por las asperezas de la vida, los fracasos
del yo y la resaca de las satisfacciones pasajeras.
Si no se cree en Dios,
cuanto más se vive, más se muere.
Del libro "Aforismos". Juan Luis Lorda. ed. Rialp
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