De
devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor.
El amor
perfecto tiene esta fuerza: que olvidamos nuestro contento para contentar a
quienes amamos.
Tristeza y
melancolía no las quiero en casa mía.
Sólo amor es el que da valor a todas las
cosas.
El amor de
Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras.
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