Especialmente dedicado a María
El día de S. Patricio de 2002 nació nuestro hijo Leo. Tiene síndrome
de Down y al cabo del tiempo le diagnosticaron autismo. ¡Que alegría nos ha
dado durante estos once años!, ¡que alegría y que bendición!... las personas con
Síndrome de Down son por definición, amor; Viven del amor y viven para amar.
Son
naturaleza humana elemental y básica, en toda su belleza y simplicidad. Sabemos
que si alguien tiene un hijo con síndrome de Down puede estar seguro de que la
alegría, la risa y el amor les han sido concedidos por Dios como una gracia
especial. En las personas con síndrome de Down no hay ambición, ni afán de
poder, ni vanidad, ni falsedad, ni hipocresía.
Como padre de Leo, sé por experiencia –una bella experiencia-
que nuestro hijo es un don especial de Dios. Ha traído alegría, risa y amor a
nuestra familia; y también retos que en sí mismos son un don.
Alguien ha dicho que a la mayoría de nosotros se nos da la vida para aprender,
pero que a unos pocos selectos se les da la vida para enseñar. ¡Que gran
verdad!. Leo nos ha enseñado tanto… Nos ha enseñado a amar más sinceramente.
Nos ha enseñado a darnos más plenamente. Nos ha ayudado a entregar nuestra vida
a aquellos que amamos. ¿Podría habernos dado un regalo mayor?.
Es perverso que se busque a los niños con síndrome de Down en el
seno materno y se les extermine sistemáticamente. Es perverso que una madre
tenga el “derecho” de decidir matar a su hijo no nacido. Es perverso que se
aliente a las madres a que maten a sus bebés “imperfectos” y se denomina así a
los débiles, los enfermos y los discapacitados.
(Del libro: “Mi carrera con el diablo”. Joseph Pearce. Edit.
Palabra
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