El perdón llega cuando… los recuerdos ya no duelen.
Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.
Las cadenas de la esclavitud encadenan las manos: es la
mente lo que hace al hombre libre o esclavo.
No basta con arrepentirse del mal que se ha causado, sino
también del bien que se ha dejado de hacer.
Solo hay dos cosas que podemos perder: El tiempo y la
vida. La segunda es inevitable, la primera imperdonable.
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