Hay noticias que saltan a la palestra y
que a un porcentaje alto de personas nos hace pensar si es que la justicia ya
no existe. Pienso que la verdadera justicia solamente la imparte Dios, los
demás somos aprendices y por desgracia muchas veces ni eso.
Decía Aristóteles
que la conducta humana se mueve por tres motivos: el placer, el interés o por
lo que es adecuado y justo. A veces oímos con bastante frecuencia, más de la
deseable, la expresión “se me apetece” y la hemos convertido en regla de oro,
cumplimos por tanto uno de los tres motivos que señalaba el filósofo; por otra
parte, el interés personal y a lo sumo el familiar está a la orden del día,
cada uno busca su interés, lo que le va bien, y a veces sin pensar si eso que a
él le va bien es justo o no, ocasiona un perjuicio a alguien o no. ¿Y quién se
para a actuar por el tercer motivo, lo adecuado y lo justo?, les dejo la
respuesta a mis lectores.
Pero entonces
me pregunto yo, ¿por qué nos quejamos cuando decimos que ya no existe la
justicia?. Pienso que tenemos que ser conscientes que estamos recogiendo lo que
tan alegremente hemos sembrado. No podemos vivir de espaldas a nuestra
conciencia, es más la necesitamos porque de otra forma estamos colaborando
probablemente sin saberlo a que exista una sociedad injusta que ni nosotros
mismos la podemos soportar a veces.
En este
mismo blog he hecho muchos llamamientos a rectificar el rumbo, no me canso de
hacerlo, pero nos tenemos que convencer de la verdad que encierra las palabras
de un gran santo: “si tú y yo procuramos hacer las cosas bien, por lo menos
habrá dos sinvergüenzas menos”.
Dejemos de
suspirar por un mundo, una sociedad mejor y vamos a ponernos manos a la obra.
Pues sí, hay que reconocer que lleva razón, pienso que una de las características de esta sociedad es una cierta incapacidad para relacionar las cosas que pasan; hay quien piensa que puede hacer lo que quiera y que sus actuaciones nunca le pasarán factura
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