Vaya la que han líado algunos tergiversando lo que ha dicho el Papa, por eso he decidido publicar el artículo que muy amablemente me ha cedido Mª Victoria Jimenez Conde; vaya desde aquí mi agradecimiento a su autora por aclararnos las cosas.
Esas son las palabras literales con las que el Papa concluye los párrafos precedentes, relativos a la narración evangélica del nacimiento de Jesús:
La pregunta surge inmediata: y de esto ¿Quién saca al final provecho?
“Ninguna representación del
nacimiento renunciará al buey y al asno”. (Benedicto XVI)
Lo que realmente dice el Papa sobre la mula y el buey
Sí, sí, no has leído mal. Después de todo lo que hemos tenido que ver, oír
y leer estos días, cuando uno, por fin, puede tomar entre sus manos el nuevo
libro del Papa Benedicto XVI lo que se encuentra son estas palabras: “Ninguna representación del nacimiento
renunciará al buey y al asno” (Pag. 77).
Tal cual.Esas son las palabras literales con las que el Papa concluye los párrafos precedentes, relativos a la narración evangélica del nacimiento de Jesús:
María puso a su niño recién nacido
en un pesebre. De aquí se ha deducido con razón que Jesús nació
en un establo, en un ambiente poco acogedor –estaríamos tentados de decir:
indigno-, pero que ofrecía, en todo caso, la discreción necesaria para el santo
evento. En la región en torno a Belén se usan desde siempre grutas como establo.
El pesebre hace pensar en los
animales, pues es allí donde comen. En el evangelio no se habla en este caso de
animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo
Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna,
remitiéndose a Isaías 1,3: “el buey conoce a su amo, y el asno el
pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende”.
En la singular conexión entre Isaías
1,3, Habacuc 3,2, Éxodo 25, 18-20 y el pesebre, aparecen los dos animales como
una representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento,
pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega
al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que
ahora enseña a todos a ver. La
iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna
representación del nacimiento renunciará al buey y al asno.
Una vez más (no es la primera), asistimos a un fenómeno de “desinformación
masiva” orquestado por algunos creadores de opinión y medios de comunicación
que pone en labios del Papa justo lo contrario de lo que en realidad ha dicho.
No sólo algo diferente, sino justo lo contrario.La pregunta surge inmediata: y de esto ¿Quién saca al final provecho?
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