Leopoldo Abadía (autor de
" La crisis Ninja ") dice en su
artículo: Me escribe un amigo diciendo
que está muy preocupado por el futuro de sus nietos.
Que no sabe qué hacer: si
dejarles herencia para que
estudien o gastarse el dinero con su mujer
y que "Dios
les coja confesados".
Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo,
pero me parece
que no tiene que ver con su
preocupación.
En muchas de mis conferencias, se levantaba una
señora y decía esa frase que a mí me hace tanta
gracia: "qué mundo les vamos a
dejar a nuestros
hijos?"
Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos
ya están crecidos y que
se manejan bien por el
mundo, me suelen decir "qué mundo les vamos
a
dejar a nuestros nietos?"
Yo suelo tener una contestación, de la que cada
vez estoy más
convencido:
"y a mí, qué me importa?!"
Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente,
me importa muy poco.
Mis padres fueron un modelo para mí. Se
preocuparon mucho por
mis cosas, me animaron
a estudiar fuera de casa (cosa fundamental,
de la que hablaré otro día, que te ayuda a
quitarte la boina y a
descubrir que hay otros
mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de
tu piso), se volcaron para que fuera feliz.
Y me exigieron mucho.
Pero qué mundo me dejaron? Pues mirad, me
dejaron:
1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Irak ….
Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido
de un tirón, sin
pensar. Si pienso un poco, escribo
un libro.
Vosotros creéis que mis padres pensaban en
el mundo que me iban a
dejar? Si no se lo podían imaginar!
Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré
bastante:
intentar darme una muy buena
formación. Si no la adquirí, fue
culpa mía.
Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si
me pongo a
pensar en lo que va a pasar en el futuro,
me entrará la depre y
además, no servirá para nada,
porque no les ayudaré en lo más mínimo.
A mí me gustaría que mis
hijos y los hijos
de ese señor que me ha escrito y los tuyos
y los de
los demás, fuesen gente responsable,
sana, de mirada limpia,
honrados, no
murmuradores, sinceros, leales.
Lo que por ahí se llama
"buena gente".
Porque si son buena gente harán un mundo bueno.
Por tanto, menos preocuparse
por los hijos y más
darles una buena formación:
que sepan distinguir el bien del mal,
que no digan que todo vale,
que piensen en los demás,
que sean generosos. . . .
En estos puntos suspensivos podéis poner todas las
cosas buenas
que se os ocurran.
Al acabar una conferencia la semana pasada, se
me acercó una señora
joven con dos hijos pequeños.
Como también aquel día me habían
preguntado lo
del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos,
ella
me dijo que le preocupaba mucho qué hijos
íbamos a dejar a este mundo.
A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo
pensar.
Y volví a darme cuenta de
la importancia de
los padres. Porque
es fácil eso de pensar en el
mundo, en el futuro, en lo mal que está
todo,
pero mientras los padres no se den cuenta de
que los hijos son
cosa suya y de que si salen bien,
la responsabilidad es un 97% suya y
si salen mal,
también, no arreglaremos las cosas.
Pero lo fundamental es lo
otro: los padres.
Ya sé que todos tienen
mucho trabajo,
que las cosas ya no son como antes,
que el padre y la madre llegan cansados a casa,
que mientras llegan, los hijos ven la tele basura,
que lo de la
libertad es lo que se lleva,
que la autoridad de los padres es cosa del siglo
pasado.
Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como
lo sabemos todo,
no hagamos NADA.
Leopoldo Abadía.
P. D .
1. No he hablado de los nietos, porque para
eso tienen a
sus padres.
2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir
tonterías y a reírnos, y
a contarles las notas
que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también
ayudo a formarles.
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¡que tio mas listo leopoldo Abadia¡¡animo a todos los padres a ponerse las pilas¡ muy bueno de verdad
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