Una de las
causas que explican el fracaso de tantos matrimonios -no la única-, es la
distorsión del significado de la palabra “amor”. No pienso disertar, solo voy a
contar un hecho real y cada uno que saque sus consecuencias.
Hace ocho
años a una amiga mía le diagnosticaron una rara enfermedad neurológica y degenerativa, los médicos no
sabían bien cómo iba a evolucionar y mucho menos cómo podían atajarla. Desconcierto
para ella, para su marido e hijos, amistades, etc. Empezó entonces ocho largos
años de pruebas buscando que era lo mejor para ella, ¿ingresarla en alguna
residencia en donde pudiera tener un trato más especializado?, se hizo la
prueba, en la primera que estuvo sólo admitían a ella, no al marido, así que se
decidió su traslado a otra porque su marido quería estar con ella; aquello
tampoco dio resultado, como consecuencia de esa cruel enfermedad perdió la
capacidad de hablar, entendía todo, nos conocía pero no se podía expresar.
El marido
decidió que se volvían a su casa y allí mi amiga se vio que estaba mejor, al
menos más tranquila; el marido ha estado con ella mañana, tarde y noche, la ha
atendido en todas sus necesidades, si quería tomar una cerveza, se la tomaba
sentado a su lado, manifestando una entrega y dedicación encomiable, adivinaba
lo que mi amiga podía necesitar o le hacía ilusión. Ocho años con la misma
actitud hasta que mi amiga ha muerto.
En esa
relación ha habido lo que es el verdadero amor, se ha llevado a la práctica lo
que la iglesia dice a los que se casan: “en la salud y en la enfermedad…”. Y su marido dentro del dolor lógico, pidiéndole a Dios que durase porque la necesitaba tener a su lado y también decía que su cariño hacia ella había aumentado precisamente en los años que ha durado la enfermedad.
Por eso me
indigna que se pretenda desdibujar lo que une de verdad al matrimonio
confundiéndolo adrede con la "chispa de la ilusión", "atracción física" o como se
le quiera llamar.
Dejémonos de
patrañas que no dan ningún buen resultado y vamos a la realidad, a lo que nos
perfecciona como personas. Ese hombre ha sido feliz cuidando a su mujer, precisamente porque la quería de verdad.
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