ECOLOGISMO COHERENTE
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A. Una base firme.
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B. Consecuencias: el
respeto.
A. UNA BASE FIRME
1. El problema. Un buen
ecologista respeta con cuidado los animales y plantas. Sin embargo, esta
actitud requiere una aclaración, pues el mismo ecologista se alimenta de
animales y plantas. Surgen así unas dudas: ¿se respeta lo que se mata para
comer?, ¿cómo explicar este comportamiento unas veces cuidadoso y otras no?
2. Una primera explicación. El
hombre por su inteligencia domina la creación y usa de los
animales y plantas según su conveniencia, pero no abusa de ellos pues desea
que le sirvan más adelante. Sin embargo, todavía falta solidez a esta idea,
pues podría usar y abusar a su antojo. Para que esto no ocurra hay varias
soluciones:
3. El gobierno dicta leyes que
regulan esta materia y castigan las infracciones. Esto resuelve muchos
problemas y es un paso importante que se debe dar. Pero el problema continúa,
pues podría concluirse que lo importante es que no te pillen, es decir, el
hombre usa y abusa mientras la policía o los guardas no le pillen.
4. La propaganda. Para que esto
no suceda, lo siguiente que se intenta -también correcto- es educar a la
multitud mediante la propaganda ecológica. Pero así no se alcanza el remedio
mejor, pues se diría que el hombre usa y abusa en la medida en que haga más o
menos caso a la propaganda.
5. La solución del corazón.
Buscando planteamientos más serios, se puede decir lo siguiente: Cada persona
tiene un solo corazón con el que se ama a sí mismo, a Dios y a los demás, a
los animales y las plantas. La persona de corazón noble desea el bien para
todo lo que le rodea, y por eso respeta los seres creados aunque nadie le
vigile. Esta idea resuelve parte del problema pero:
6. Una posible solución. Se deben
cuidar los animales y plantas no por sí mismos sino por el bien del hombre.
En concreto, para que los siguientes seres humanos encuentren un mundo mejor.
Así hay coherencia en combinar el cuidado y la explotación de la naturaleza.
Y se comprende la validez de matar unos animales mientras se protege a otros
que al hombre le interesa cuidar por algún motivo.
7. Una consecuencia. Por tanto,
no se trata de amar el ecologismo sobre todas las cosas, sino por el bien del
hombre; no se protegen animales y plantas por encima de todo, sino por el
bien del hombre. Por ejemplo, unas veces el bien de unos pueblos puede
aconsejar admitir algún deterioro ecológico, mientras otras veces conviene
exigir un mayor cuidado ecológico buscando igualmente el bien de esos
pueblos.
8. ¿Y si a uno le importan poco los
demás? El egoísmo no es compatible con un ecologismo coherente. Al
egoísta le importa poco como deja el mundo a los demás.
9. ¿Hay otro apoyo para el
ecologismo? El hombre ha recibido de Dios el encargo de usar y cuidar la
creación. Por tanto, la creación no es propiedad del hombre, sino que está en
régimen de alquiler. El hombre es responsable ante Dios del cuidado de la
creación: puede y debe usarla pero razonablemente, sin salirse de los planes
previstos por el Creador que siempre busca el bien de los hombres.
10. Entonces, ¿cuál es la base firme
del ecologismo? El ecologismo coherente se apoya en el deber de buscar el
bien de los hombres dejándoles un mundo mejor. Y este deber de buscar el bien
humano se apoya en que Dios ama a los hombres. Con otras palabras, el amor a
Dios y al prójimo exigen y avalan los cuidados ecológicos.
11. ¿El ecologismo no se apoya en
respetar la naturaleza por exigirlo la propia naturaleza? Este argumento
es bastante válido, pero puede conducir a incoherencias y exageraciones. Por
ejemplo, si la propia naturaleza erosiona paisajes y elimina especies, es
incoherente que el hombre deba protegerlos porque la naturaleza lo exija;
será por otro motivo. Otro ejemplo: si la naturaleza de por sí puede exigir a
los hombres un respeto, lo coherente sería respetarla siempre, pero esto es
exagerado pues conduciría a prohibir la pesca, la caza, la agricultura y las
granjas.
12. ¿La naturaleza no exige un
respeto? El Creador de la naturaleza es quien exige respetarla por el
bien de los hombres. En realidad la llamada naturaleza es sólo un conjunto de
animales, plantas y elementos materiales que no pueden de por sí exigir cosas
al hombre. En cambio, el Creador de la naturaleza y del hombre sí puede
exigir al hombre que cuide la naturaleza, sin exageraciones.
13. ¿Algún otro apoyo para un
ecologismo coherente? A las personas más espirituales les gustará esta
idea: quien cuida el medio ambiente colabora con Dios en la mejora y
conservación del mundo. Y colaborar con Dios es algo de mucha dignidad y
grandeza.
B. CONSECUENCIAS: EL RESPETO
Concretamos ahora algunas actitudes del
buen ecologista. La primera de ellas es el respeto, que -si es coherente-
debe ejercitarse en cuatro grandes campos:
1. Respeto a los animales y plantas.
Es la actitud ecológica típica y no hace falta añadir comentarios.
2. Respetar a los demás hombres.
Sería incoherente tratar bien a los animales y plantas y olvidar a los
hombres. Precisamente el ecologismo respeta animales y plantas por el bien
humano. Este respeto a los hombres conduce a varias consecuencias prácticas:
3. Respetarse a sí mismo. El
respeto a los animales y plantas está ligado lógicamente a tratarse del mismo
modo a uno mismo. Por ejemplo, un buen ecologista será sobrio en la bebida y
no se drogará.
4. Respetar a Dios. Este punto es
más importante de lo que parece, pues si no se ama a Dios sobre todas las
cosas, cabe el peligro de amar el ecologismo sobre todas las cosas, con
actitudes desorbitadas e irracionales. Por otro lado, si el amor a los
animales y plantas no se basa en el respeto y obediencia a Dios sino en los
propios gustos, se acabaría por amar egoístamente a los animales y plantas
que por algún motivo caen bien (amor).
5. No basta con respetar. El buen
ecologista no queda indiferente ante la posible desaparición de una especie,
sino que busca activamente su mejora y desarrollo. El ecologismo coherente
aplica esta misma actitud ante los seres humanos: no basta con respetarlos,
sino que es preciso interesarse activamente por los demás. El egoísmo y la
comodidad no son propios del buen ecologista, que siempre será servicial, y
buscará habitualmente el bien de los demás, incluso el bien para sus almas.
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domingo, 13 de mayo de 2018
El saber no ocupa lugar
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