Me hace
pensar un hecho que vengo observando con frecuencia: voy por la calle y en un
radio de 100 metros hay dos clínicas dentales y una clínica de medicina
estética, todas compiten anunciando lo guapo/a y sano/a que vas a estar si
acudes a sus servicios; además por ti no pasarán los años, siempre tendrás una
piel tersa y joven y no te digo ya si tienes la dentadura perfecta y además vas
al gimnasio… “el no va más”, nunca te dolerá nada y conseguirás una calidad de
vida extraordinaria, ¡vamos la apoteosis!, ¿hay quién da más?
Les confieso
que no me creo nada, cuando ya se tiene una edad respetable es muy difícil que
te puedan hacer implantes por la sencilla razón de que los huesos están ya para
un “mírame y no me toques” –que decía mi madre-. Lo de la piel tersa es el
sueño de una noche de verano y lo del gimnasio tampoco es para tanto, si
adquieres la costumbre de andar a diario, moverte y no pasar horas en actitud
estática, lo notarás en que tendrás más agilidad pero ¡ojo al dato!, envejecer
vas a envejecer porque es ley de vida, tenemos fecha de caducidad aunque no
queramos pensar en ello y, aunque te pongas la cama en un centro de salud y te
pases el día en la sala de espera del médico –que ya conlleva mal gusto-, no por
eso vas a tener mejor calidad de vida y sigues teniendo fecha de caducidad, la
que Dios te haya puesto, te guste o no la idea.
Así que lo
que te aconsejo es que vivas en paz con Dios, pásalo bien haciendo lo que debes
hacer cada día, y no te preocupes por la fecha de caducidad, cuando Dios nos
llame a su presencia si hemos procurado vivir de acuerdo con Él, la Vida que te
espera es mejor, ni dentistas, ni medicina estética ni zarandajas, a vivir
feliz sin olvidarte que la felicidad está en vivir en paz con Dios, ¡¡que no te
engañen!!.
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