Si
precisas una mano, recuerda que yo tengo dos.
Todo el
que no quiere ver sus pecados, se los echa a la espalda, y los pecados ajenos
los pone muy a la vista; no por diligencia, sino por envidia; no para
remediarlos, sino para acusarlos; pero de sí mismo se olvida.
La
sabiduría no es otra cosa que la medida del espíritu, es decir, la que nivela
al espíritu para que no se extralimite ni se estreche.
Buscad lo suficiente, buscad lo que basta. Y no queráis más. Lo que pasa de
ahí, es agobio, no alivio; apesadumbra en vez de levantar.
No digas que el tiempo pasado fue mejor que el presente; las virtudes son
las que hacen los buenos tiempos y los vicios los que los vuelven malos.
El que es
bueno, es libre aún cuando sea esclavo; el que es malo, es esclavo aunque sea
rey.
Nada hallamos en el hombre más de cuerpo y alma; esto es todo hombre:
espíritu y carne.
Cuando un hombre descubra sus faltas, Dios las cubre. Cuando un hombre las
esconde, Dios las descubre, cuando las reconoce, Dios las olvida.
Nadie niega a Dios, sino aquel a quien le conviene que Dios no exista.
Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti.
No vayas afuera, vuélvete a ti mismo. En el hombre interior habita la
verdad.
S. Agustín
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