Bien preciado por escaso.
La amistad es la mayor necesidad de la vida: nadie
aceptaría ésta sin amigos… Todos están de acuerdo en que los amigos son el
único asilo donde podemos refugiarnos en la miseria y en los reveses de
cualquier género. (Aristóteles. Ética a Nicómaco)
“Los soldados vuelven maltrechos, de las trincheras
avanzadas del enemigo. El intento de apoderarse de ese lugar estratégico ha
fracasado y se inicia una retirada que quiere ser ordenada en lo posible. Ha habido
bajas considerables y no pocos heridos. De pronto, un soldado se da cuenta de
algo terrible: su amigo no ha vuelto, se ha quedado en las alambradas. Se
dirige con premura al jefe de la sección. “Mi teniente, mi amigo no ha
regresado. Sé dónde nos vimos por última vez y lo perdí de vista más allá de
aquella alambrada. Solicito permiso para ir a buscarlo. Todavía hay claridad
suficiente. La noche se echa encima y entonces no podremos hacer nada”.
Permiso denegado. No quiero que arriesgue su vida
por un hombre que probablemente esté muerto. Mañana veremos que se puede hacer.
El soldado hizo caso omiso de la prohibición y
salió en busca de su amigo. Unas horas más tarde volvió al cuartel mortalmente
herido. Transportaba el cadáver de su amigo sobre sus hombros. El oficial
estaba furioso: “Ya le dije que habría muerto. ¡Ahora he perdido a dos
hombres!. Dígame, merecía la pena ir allí para traer un muerto?”.
Y el soldado moribundo contestó: “Sí señor. Cuando le
encontré todavía estaba vivo y pudo decirme: estaba seguro de que vendrías”.
Ese atardecer, muchos aprendieron en el batallón
una gran enseñanza sobre compañerismo y amistad.
(Del libro "Pasó haciendo el bien". F. Fdez-Carvajal. Ed. Palabra)
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