He leído una frase hoy que
a mi juicio es muy oportuna, viene del cardenal arzobispo de Viena: “No hay misericordia sin verdad, pero hay que
decir la verdad sin herir”.
Pienso que es muy acertada
porque la crisis de la sociedad actual viene precisamente del temor a decir la verdad;
los padres temen decir la verdad a sus hijos porque temen su reacción, los empleados
a los jefes y así sucesivamente. Añadamos que el relativismo coloca al mismo
nivel la verdad y la mentira; todo se somete a un subjetivismo absurdo, “mi
verdad, tu verdad, las cosas son como yo las veo… y mientras la verdad que es
objetiva y por lo tanto está fuera de nosotros y no depende de lo que yo vea o
deje de ver, es la que sufre un olvido total con las consecuencias que están a la vista.
Hay un santo actual que
dice: “Nunca quieres agotar la verdad.-
Unas veces por corrección. Otras –las más- por no darte un mal rato. Algunas,
por no darlo. Y, siempre, por cobardía. Así, con ese miedo a ahondar…”. Es conveniente
que no nos engañemos, detrás de ese miedo a la verdad se esconde mucha
comodidad con distintos ropajes: contemporizar, consensuar, apertura y un largo
etc. que se puede sintetizar en una sola palabra: cobardía.
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