Imaginen
una cazuela llena de agua, en cuyo interior nada tranquilamente una
rana. Se está calentando la cazuela a fuego lento. Al
cabo de un rato el agua está tibia. A la rana esto le
parece agradable, y sigue nadando. La temperatura empieza a
subir. Ahora el agua está caliente. Un poco más de lo que gusta a
la rana. Pero no se inquieta y además el calor siempre le produce
algo de fatiga y somnolencia. Ahora
el agua está caliente de verdad. A la rana le empieza a parecer desagradable. Lo malo es que se encuentra sin fuerzas, así que se
limita a aguantar y no hace nada más.
Si la
hubiéramos sumergido de golpe en un recipiente con el agua a
cincuenta grados, se habría puesto a salvo de un enérgico salto.
“Es
un experimento rico en enseñanzas, dice el autor. Nos demuestra que
un deterioro, si es muy lento, pasa inadvertido y la mayoría de las
veces no suscita reacción, ni oposición, ni rebeldía”.
Si nos
fijamos en lo que está sucediendo en nuestra sociedad en las últimas
décadas, estamos experimentando una lenta deriva a la que nos vamos
acostumbrando.
Un
montón de cosas que nos habrían horrorizado hace 10, 15 o 20 años,
fueron poco a poco banalizándose suavemente y viéndose normal; hoy nos dejan indiferentes a la mayoría de la gente.
En
nombre del progreso y de la ciencia, las peores violaciones de la
libertad individual, la dignidad, la integridad de la naturaleza, la
belleza y la alegría de vivir, se
efectúan lenta e inexorablemente con la complicidad constante de las
víctimas, ignorantes o despojadas.
Los
negros cuadros anunciados para el futuro, en lugar de suscitar
reacciones y medidas preventivas, sólo preparan psicológicamente el
pueblo para aceptar condiciones decadentes de vida DRAMATICAS.
El
BOMBARDEO PERMANENTE "políticamente correcto" de
informaciones por parte de los medios de comunicación, saturan los
cerebros, que ya no pueden dar sentido a las cosas...
Así
que si usted no es como la rana medio cocida, pegue el salto y salga
de la cazuela antes de que sea demasiado tarde.
Es lo
que denunciaba ya San Agustín (430 dp. JC) :
A
fuerza de verlo todo, se termina por soportarlo todo ...
A
fuerza de soportarlo todo, se termina por tolerarlo todo...
A
fuerza de tolerarlo todo, terminas aceptándolo todo ...
A
fuerza de aceptarlo todo, finalmente lo aprobamos todo
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