Lo más importante para
escribir bien es tener piedad del que lo va a leer.
Todos tenemos alma de
novelista, pero a casi todos nos falta el cuerpo.
La buena literatura evoca
más de lo que dice.
Solo perviven los libros
que iluminan la mente, emocionan el corazón y agitan la lengua.
La “difícil sencillez” de
que hablaba Juan Ramón Jiménez se consigue simplificando implacablemente lo
escrito para que sea intenso y transparente.
(Aforismos: Juan Luis Lorda. Ed. Rialp)
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