Una vez me hicieron notar
que los barcos si quieren llegar al puerto fijado tienen que rectificar muchas
veces el rumbo, las olas, las mareas, los vientos pueden desviarle
imperceptiblemente de la ruta fijada y si el capitán no rectifica el rumbo
corre el riesgo de no llegar a su destino.
Pienso que algo semejante
nos pasa a las personas, en algunos momentos de nuestra vida fijamos nuestros
objetivos, lo que queremos ser, lo que queremos hacer, a donde queremos llegar,
pero no basta con haber adoptado esas decisiones porque también nosotros
sufrimos reveses, contratiempos, cambios de planes y tenemos que ajustar
nuestros objetivos pequeños y grandes.
Rectificar es de sabios,
empecinarse de lo contrario. A veces surgen nuevos datos, se abren nuevas
perspectivas y debemos volver a pensar o incluso a abandonar un plan y
cambiarlo por otro. No es ausencia de convicciones, es flexibilidad y la vida
diaria exige flexibilidad.
Hay un letrero en el
lateral de este blog que dice así: "cambia tus hojas pero no pierdas tus
raíces. Cambia de opinión pero no pierdas tus principios". De eso se
trata, de aprender a distinguir lo cambiante de lo esencial, lo primero se
cambia rápido, lo esencial, lo importante tiene que perdurar y tenemos que
aprender a defenderlo.
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