La Iglesia nos pide que al entrar en
ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza.
Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa.
La teología es el pensamiento aplicado a la religión; y los que prefieren una religión sin pensamiento no tienen por qué desdeñar a los que tienen gustos más racionalistas.
El Cristianismo, no sólo es capaz de
inferir las verdades lógicas, sino qué, cuando sobreviene el absurdo, sabe
acertar -digámoslo así- las verdades ilógicas.
El hombre que tiene fe ha de estar preparado, no sólo a ser mártir, sino a ser un loco.
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