Aproximación y origen
El relativismo es una doctrina filosófica que afirma
que no hay verdades absolutas. El camino que sigue la inteligencia para llegar
al relativismo es vivir el subjetivismo, sitúa el fundamento de la verdad
en el sujeto que juzga. Si yo pienso que la mesa en la que escribo es de madera
será de madera, pero si yo pienso que es de hierro, será de hierro, independientemente
de la materia de la que está hecha. El mismo razonamiento se usa para el
criterio de verdad: algo será verdadero porque me lo parece, y solo
mientras me lo parezca, de tal modo que la verdad cambia, es inestable, es
relativa según mi apreciación. La conclusión es que no hay verdades absolutas.
El relativismo está de moda, sin embargo su origen es
del s.V a. de C.
El argumento que se utiliza es fácilmente identificado
como sofisma. Se dice, y con razón, que las sociedades actuales se caracterizan
por la gran variedad de corrientes de pensamiento que flotan en la mente de los
habitantes; que es preciso respetar la libertad de las conciencias, lo cual es
cierto, y la conclusión –que ya es falsa– es que cada quien debe actuar como le
parezca. Para quien no esté de acuerdo, simplemente está en libertad de no
hacerlo. El error subyacente es ignorar que existe una verdad objetiva que se
apoya en la realidad.
El relativismo tiene una contradicción intrínseca: al afirmar
que “todo es relativo”, tendríamos que añadir, excepto esta afirmación y de esta
forma caemos en una contradicción porque partimos de una afirmación que también
tendría que ser relativa...
Las consecuencias que el Relativismo tiene para las personas
podríamos señalarlas:
1. Debilitamiento de la verdad. Si la verdad depende de mi dictamen y no hay una verdad
objetiva válida para todos, el caos sería espectacular.
2. Superficialidad y mediocridad. Consecuencia de que nadie estaría por la labor de adquirir
ningún compromiso puesto que no tiene la seguridad de que la otra parte actúe recíprocamente
porque no hay garantías de estabilidad y permanencia.
3. Pérdida del sentido de la vida, tendencia a las
evasiones. La ausencia de metas y objetivos
incluye lógicamente la carencia de ideales. Quien no tiene ideales acaba por
perder el sentido de búsqueda de la felicidad, acaba en la satisfacción de los
bienes más inmediatos, en la búsqueda del placer en satisfacciones sensibles,
en un hedonismo cada vez más obsesivo y frenético, pudiendo caer en vicios como
el tabaquismo, el alcoholismo, la droga, la pornografía, el sexo desenfrenado,
la depresión, etc. Se trata de una pendiente resbaladiza con situaciones cada
vez más difíciles de rescatar hacia una vida saludable; se tiene una crisis de
la identidad persona.
Todo se inició con una actitud de crítica siempre
negativa a todo, a no aceptar verdades absolutas, a rechazar cualquier
afirmación definitiva, a rebelarse contra lo establecido.
Si se piensa fríamente es completamente absurdo, sin embargo hay que reconocer que no sólo está de moda sino también muy extendido; síntoma a mi parecer que se piensa poco y como dice el dicho popular: "donde va Vicente?, donde va la gente".
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