Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por el
nombre de Santa Teresa de Jesús nació el 28 de marzo de 1515 y murió en Alba
de Tormes, 4 de octubre de 1582, fue doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora española,
fundadora de las carmelitas descalzas.
Parece que
perdió a su madre hacia 1527, o sea a los 12 años de edad. Muy
aficionada a los libros de caballerías y con gran afición a pasarlo bien y
disfrutar de la vida.
Afectada por
una grave enfermedad y ya curada, la
llevaron al lado de su hermana María de Cepeda. Luchando consigo misma, llegó a
decir a su padre que deseaba ser monja, pues creía ella, dado su carácter, que
el haberlo dicho bastaría para no volverse atrás. Su padre contestó que no lo
consentiría mientras él viviera. Sin embargo, Teresa dejó la casa paterna, y
entró el 2 de
noviembre de 1533 en el convento de la Encarnación, en Ávila, y allí profesó el día 3 de noviembre de 1534.
Tras entrar
al convento su estado de salud empeoró. Así pasó el primer año. Para curarla,
la llevó su padre (1535) a Castellanos de la Cañada, con su
hermana. En dicha aldea permaneció Teresa hasta la primavera de 1536. En Castellanos de la Cañada habría logrado (1535) la conversión de un clérigo concubinario. Entonces pasó a Becedas (Ávila). De vuelta en Ávila, el (Domingo de Ramos de 1537), sufrió un paroxismo de cuatro días en casa de su
padre, quedando paralítica por más de dos años. Antes y después del parasismo,
sus padecimientos físicos fueron horribles.
A mediados
de 1539 Teresa recuperó la salud; la
tradición lo atribuyó en su día a la intercesión de San José. Con la salud Teresa recuperó las
aficiones mundanas, fáciles de satisfacer, puesto que la clausura sólo se
impuso como obligatoria a todas las religiosas a partir de 1563. En esa época Teresa de Ávila vivió nuevamente en el
convento, donde recibía frecuentes visitas.
Afligida un
tiempo después, abandonó la oración (1541). El padre de Teresa falleció en 1541. El sacerdote
que lo había asistido en sus últimos momentos, el dominico Vicente Barón, se
encargó de dirigir la conciencia de Teresa rememorando las últimas palabras del
padre de ésta. Posteriormente, impresionada por estas palabras, Teresa enmendó
su conducta y estuvo dispuesta a corregir sus faltas. Al cabo, Teresa se
confortó con la lectura de las Confesiones, de San Agustín. Hizo voto (1560) de aspirar siempre a lo más perfecto; San Pedro de
Alcántara aprobó su
espíritu y San Luis
Beltrán la animó a
llevar adelante su proyecto de reformar la Orden del Carmen.
Teresa
quería fundar en Ávila un monasterio para la estricta observancia de la regla
de su orden, que comprendía la obligación de la pobreza, de la soledad y del
silencio. Por mandato de su confesor, el dominico Pedro Ibáñez, escribió su
vida (1561).
Sus visiones
intelectuales se sucedieron sin interrupción durante dos años y medio (1559–1561). Hasta
exhalar el último suspiro Teresa gozó la dicha de conversar con las personas divinas,
que la consolaban o revelaban ciertos secretos del cielo; la de ser
transportada al infierno o al purgatorio, y aun la de presentir lo venidero.
Descontenta
con la «relajación» de las normas que en 1432 habían sido mitigadas por Eugenio IV, Teresa decidió reformar la orden
para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba el auténtico
espíritu carmelitano. Pidió consejo a Francisco de
Borja y a Pedro de
Alcántara que
aprobaron su espíritu y su doctrina.
La reforma
propugnada por Teresa junto a San Juan de
la Cruz, que, como
se verá, comprendió también a los hombres, se llamó de los Carmelitas
Descalzos, y progresó rápidamente, no obstante los escasos recursos de que
disponía la santa.
Propaladas
muchas calumnias contra Teresa, se trató de enviarla a un convento americano. Tuvo
que sufrir muchas contrariedades. Aquel año de (1578) la santa lo pasó en Ávila, y fue el más triste para
Teresa, pues en una de sus cartas decía que le hacían guerra todos los
demonios. Por entonces se hizo otra denuncia del Libro de su Vida. Desde
principios de 1579 comenzó a calmarse la tempestad
contra Teresa y su reforma. La santa escribió en Ávila (6 de junio) los cuatro avisos que dijo haber
recibido del mismo Dios para aumento y conservación de su orden, los cuales
publicó Fray Luis de León al fin del libro de la Vida. De
Ávila salió (25 de junio) para visitar sus conventos.
Al llegar a Alba de Tormes (20
de septiembre) su estado empeoró. Recibido el viático y confesada, murió en
brazos de Ana de San Bartolomé la noche del 4 de
octubre de 1582
(día en que el calendario juliano fue sustituido por el calendario gregoriano en España, por lo que
ese día pasó a ser, viernes, 15 de
octubre).En 1970 se convirtió (junto con Santa Catalina de Siena) en la primera mujer elevada por la Iglesia Católica a la condición de Doctora de la Iglesia, bajo el pontificado de Pablo VI. La Iglesia Católica celebra su fiesta el 15 de octubre
Pensamiento
El amor
perfecto tiene esta fuerza: que olvidamos nuestro contento para contentar a
quienes amamos
Quien a
Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta.
Lee y
conducirás, no leas y serás conducido.
He
cometido el peor de los pecados, quise ser feliz.
De
devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor.
La verdad
padece, pero no perece.
Interesante biografía de la Santa.
ResponderEliminar¡qué profundos y bonitos son sus comentarios!
Un abrazo,
http://quedateenminube.blogspot.com.es/