Constatar cada día, en mi actividad pública en el Parlamento
europeo y fuera el avance implacable del relativismo, auténtica moda dominante
en nuestra sociedad, me reafirma en que ha sido Benedicto XVI el mejor “diagnosticador” de la dulce tiranía del
relativismo.
La dulce tiranía del relativismo… ha conseguido eliminar de
la Constitución y de los tratados europeos las referencias a las raíces cristianas
de Europa, ha reemplazado el derecho a la vida por el derecho al aborto, está
tratando de sustituir la obligación moral hacia los mayores por un supuesto
nuevo derecho a morir dignamente, ha desnaturalizado la esencia del matrimonio
y ha construido una doctrina de falsos y supuestos nuevos derechos, erradicando
el significado de las obligaciones… Vivimos una crisis que afecta a nuestra
conciencia, a nuestro modo de vivir. Ésta no es sólo una crisis de carácter
económico o financiero; ni político ni institucional. Es una crisis que afecta,
ante todo al corazón de la persona y que por ello, exige cambios personales…,
nos interpela con preguntas referidas al qué y al cómo vamos a cambiar cada uno
de nosotros a partir de hoy… De la suma de millones de cambios de actitudes
personales, auténticos, profundos, nacerá una iglesia más fuerte y capaz de
hacer realidad un proceso de regeneración y de rectificación que preserve a
nuestra sociedad del daño del relativismo.
(Jaime Mayor Oreja, eurodiputado)
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