Hoy traigo otro artículo de un periodista que en pocas palabras nos pone ante la realidad del crimen del aborto.
La ley hace distinciones bizantinas para
otorgar patente de legalidad a la única modalidad de pena de muerte vigente en
España: el aborto. Resulta una paradoja siniestra que en un país tan
garantista, en el que se excarcela a asesinos porque están enfermos, se permita
matar a un niño en el vientre de su madre y hacerlo como exaltación de los
derechos individuales y de la liberación de las mujeres, situando esos derechos
por encima del derecho primordial a la vida del niño que habitas en el vientre
de su madre esperando ver la luz. El doctor Morin convirtió su juramento
hipocrático en un salvoconducto de verdugo y su clínica de Barcelona en un
matadero industrial de niños. Ahora se le juzga solo por un centenar de abortos
ilegales. Los otros miles de abortos que
perpetró eran legales. He ahí otra siniestra paradoja.
Eduardo
García Serrano
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